La dificultad de hacerse responsable de nuestros actos es "resuelta" a través del mecanismo del Chivo Expiatorio.
La mentalidad persecutoria suscita tipo de ilusiones y las huellas de estas ilusiones confirman más que anulan la presencia [...] de un cierto tipo de acontecimientos, la propia persecución, la ejecución de la bruja*
Es un mecanismo inherente a todos nosotros; la necesidad de evitar la culpa y sentir que hemos hecho lo correcto. Es natural querer sentir que en la película, que es nuestra vida, no solo somos los buenos sino también somos justos al impartir, como mínimo, la sentencia que según nosotros, los otros, los ofensores, han hecho sobre nuestro bienestar a pesar de nuestra benevolencia.
Quienes ayer enterraban hoy son enterrados [...] se niega cualquier piedad a los amigos, puesto que toda piedad es peligrosa*
Recurrir a la premisa de que "el monstruo es el otro" es fácil y es muy satisfactorio decir: no fui yo, fueron mis padres; no hice mal, fue mi pareja; no me equivoqué, fue mi amigo; no fallé, fueron mis ancestros. Es tan fácil y liberador que todos en algún momento lo hacemos.
Antes que culparse a si mismos se acusa a los sospechosos de crímenes de un tipo especial*
Lo difícil es hacerse cargo y tomar responsabilidad de lo que nos compete en cada una de esas situaciones.
La complejidad está en asumir nuestra participación en la construcción de ese monstruo, porque el otro no es el monstruo, el monstruo es lo que co-creamos con el otro.
Los perseguidores siempre acaban por convencerse de que un pequeño número de individuos, o incluso uno solo, puede llegar pese a su debilidad relativa a ser extremadamente nocivo para el conjunto de la sociedad*
Probablemente el otro tenga más responsabilidad, o tal vez soy yo quien cargue con la mayor cuota de responsabilidad, pero eso solo podré dilucidar cuando deje de lado mi ego, cuando con dolor y esfuerzo acepte mirar mi pasado, mis acciones y mis decisiones...
Al menor fracaso, a la menor denuncia, el recién llegado [ el foráneo, el extraño, el anormal] puede caer por muy alto que haya subido*
...solo ahí dejaré de ver monstruos, haré la paz con mi monstruo y podré vislumbrar los errores y faltas de los otros así como mis faltas y desaciertos.
El objetivo de la operación sigue siendo el mismo, la acusación de envenenamiento permite desplazar la responsabilidad de unos desastres perfectamente reales a unas personas cuyas actividades criminales nunca han sido realmente descubiertas*
René Girard (todas las frases citadas son de él) describe el mecanismo del Chivo Expiatorio como un proceso de transferencia de las culpas y responsabilidades a un otro marginal, un otro que de una u otra manera no puede defenderse...
La mentalidad persecutoria se mueve en sentido contrario. En lugar de ver en el microcosmos individual un reflejo o una imitación del nivel global, busca en el individuo el origen y causa de lo que hiere*
...se deposita en ese ente todo el mal que debe ser purgado para que el equilibrio se restablezca. Es una forma de idealización perversa en la que el sujeto idealizado sirve de vasija de los errores cometidos o del mal que ha caído sobre aquellos que están agravados.
La anormalidad puede servir de criterio preferencial para la selección de los perseguidos*

El Fausto de Goethe
Imaginemos por un momento que Fausto sabía que él no era más que un objeto de juego en una apuesta impuesta por Dios a Mefisto...
DIOS: Mientras siga viviendo por la tierra no te quedará vedado procurarlo.**
... a sabiendas que Dios avisa con anticipación, bastante perversa, que él va a ganar la partida.
DIOS: Aunque ahora me sirve [Fausto] en extravío pronto lo llevaré a la claridad. El jardinero sabe, al verdear el arbolillo, que vendrán los frutos**
Cambiaría la perspectiva y actitud de Fausto?
Bajo la premisa de René Girard, Mefisto sabe que su papel a interpretar es del chivo expiatorio. La culpa, la responsabilidad en último término han de caer sobre él, el maldito, la anormalidad, el causante del mal.
DIOS: Bien, entonces, te sea permitido. De su prístina fuente aparta a ese alma, y llévala, si puedes aferrarla, por tu camino abajo, junto a ti; pero maldito si has de confesar: un hombre bueno, en su ímpetu en tiniebla, del buen camino tiene ya conciencia.**
DIOS: La actividad del hombre se adormece, y le gusta el descanso sin estorbos; por eso es bueno darle un compañero que empuje y le haga de demonio.**
Mefisto desde, y a pesar de su rol informa y advierte a Fausto de las posibles consecuencias de sus decisiones.
MEFISTO: Ya está fuera de ti otra vez, y si esto sigue, vas a acabar en la locura o en el horror y el miedo: ¡basta ya!**
MEFISTO: Cuando un imbécil no ve la salida, se imagina que todo ha concluido. ¡Solo vive quien no pierde valor!**
Incluso y esto puede parecer contra intuitivo, acompaña los deseos de Fausto con consideraciones bastante humanistas.
MEFISTO: cada cuál solo aprende lo que puede, pero aquel que aprovecha su momento es el hombre decente**
Pero es Fausto quien conscientemente desea cumplir sus anhelos a costa de todo, es Fausto quien, a pesar de las advertencias, comete un sin fin de faltas.
FAUSTO: ¡Demonio, acorta el tiempo de mi angustia! ¡Lo que ha de ser, que sea ahora mismo! ¡Que su destino caiga sobre mí y ella se hunda conmigo!**
Es Fausto quien sacrifica a Mefisto, como el chivo expiatorio que acepta ser, cuando alegando su naturaleza humana, débil y sugestionable, evita toda responsabilidad.
Fausto, aquel que demandó el amor como él lo pensaba y lo abandonó cuando la responsabilidad lo llamó, aquel que cometió el crimen y huyó; es el mismo que decide no asumir responsabilidad alguna, es aquel que para evitar la culpa y enfrentar las consecuencias de sus decisiones y actos, transfiere toda la culpa y las faltas a Mefisto.
FAUSTO: ¡Sálvala, o ay de ti! ¡La maldición más horrible sobre ti, por miles de años!**
MEFISTO: Yo no puedo romper las cadenas del Vengador, ni abrir sus cerrojos... ¡Que la salve!... ¿Quién fue el que la precipitó a la perdición, tu o yo?**
Mefisto: ¡Querrías ahora echar mano de los truenos! ... Hacer pedazos al inocente que se tiene delante es vuestra costumbre tiránica, para buscar alivio en la perplejidad.**
Esto no quiere decir que Mefisto sea inocente o este libre de culpa, él sabe quien es, lo que hace y lo que ha hecho y asume responsabilidad por ello.
MEFISTO: Parte soy de esa fuerza que pretende siempre lo malo, y siempre hace lo bueno.**
MEFISTO: ¡El espíritu soy que siempre niega!**
Como representación de todos nosotros, Fausto es quien no ha crecido y sigue escondiéndose detrás del chivo expiatorio para evitar enfrentar sus decisiones y en última instancia a si mismo.
En la segunda parte de Fausto, de Goethe, él pide perdón y es salvado de la condena y es recibido en las huestes celestiales.
Y esta es la segunda falla que aún hoy ocurre entre nosotros, la falsa ilusión de que un dios - y su moral - nos salvará y justificará de nuestras faltas si nos sometemos a él. Mientras no veamos nuestros errores como co-catalizadores de las faltas o injusticias que han caído sobre nosotros, seguiremos culpando al otro, no solo por lo que hizo, si no también añadiremos estigmas y fallas en el otro que probablemente fueron nuestras.
Tal vez cuando decidamos vernos con mirada más humana y menos divinizante (algunos dirían victimizante) podamos ver al otro con ojos más benévolos, aprendamos a cuestionarnos, a perdonarnos por lo que sucedió y evitar que suceda otra vez.
* René Girard. (2024). El chivo expiatorio. Anagrama
** Johann W. Goethe. (2015). Fausto (Trad. J. M. Valverde). Libros del Zorro Rojo
