Es difícil mirarse a si mismo. Contrario a lo que se cree, mirarse a si mismo es apreciarse con la misma mirada con la que apreciamos a otros. Lo usual, me atrevo a decir, es apreciarnos a través de otros; vemos en nosotros lo que otros ven.


Toma tiempo y mucho esfuerzo mirarse. En el más estricto sentido de la palabra, mirarse implica aceptarse - pero ese es el estado final. Se debe pasar por la vergüenza de si mismo, el verse al espejo o a través del lente y no sentirse cómodo porque sentimos que nuestras vulnerabilidades y contradicciones son lo único que hay.

Luego de ese primer (o primeros) encuentros es cuando empecé a sentirme cómodo mostrando algo más que solo una mirada vacia o una apatía que parecía constante. Tal vez en ese momento es cuando tomé consciencia de todas esas locas ideas que tenía de mí pero no me atrevía a decirmelas.



Luego está el atreverse a verse vulnerable, el dejarse llevar por las emociones de angustia o incluso desesperación. Digo "verse" no "mostrarse" porque es fácil, en comparación, mostrar nuestras vulnerabilidades; vernos a nosotros mismos mientras el dolor nos acompaña, esa es otra historia.


no soy mala hierba, solo hierba en mal lugar
También es un ejercicio en retrospectiva: no solo es atreverme a mostrarme y mirarme a través del lente, es mirarme en distintos momentos y con distintas formas y emociones, es darme libertad.


Tal vez lo más difícil en esta instancia de darme el poder de observarme, a través del lente, sea precisamente ver el paso del tiempo, ver las marcas y reconocer las historias que han dejado esas marcas. Tal vez me equivoco pero es en este punto en el que empezamos el proceso de aceptarnos.



Atrevernos a mostrarnos y vernos a nosotros mismos como nos gusta ser, es duro, es crecer, es dejar de racionalizar nuestras fallas y nuestras virtudes, y en su lugar, simplemente (como si eso fuera fácil) vivir e intentar ser quienes somos y aceptar que, como dice la canción ...
... todos somos artistas de mierda en potencia
